lunes, 28 de marzo de 2011

Sentimientos irreligiosos

Hoy se sabe que el rector de la universidad de Valladolid y el humorista Leo Bassi han sido finalmente imputados "por delitos contra los sentimientos religiosos, injurias y calumnias". La denuncia partía de una asociación de "abogados cristianos" y ha sido particularmente animada por medios de la extrema derecha.

Las leyes contra los "sentimientos religiosos" son vestigios de un largo pasado teocrático, y cuya tradición es más antigua que el cristianismo o el judaísmo: ¿Acaso no era ya una ofensa contra los "sentimientos irreligiosos" el salmo 14:1 de la biblia ("Dice el necio en su corazón: No hay Dios")?; y qué decir de Levítico 24: "Saca al blasfemo fuera del campamento, y que todos los que le oyeron pongan sus manos sobre la cabeza de él. Luego apedréelo toda la congregación". En la Grecia clásica, justamente exaltada por haber avanzado en la democracia y la igualdad, no faltan ejemplos de intolerancia irreligiosa. Los filósofos Teodoro "el ateo" y Diagoras fueron perseguidos a causa de su ateísmo. Anaxágoras también fue acusado de impiedad por haber dicho que el sol era una masa incandescente, según Diógenes Laercio. Como es bien sabido, el mismo Sócrates sucumbió a una acusación de impiedad contra los dioses de la ciudad, aunque no era ateo. Y quizás el mayor filósofo de la antigüedad, Platón, propuso en Las leyes castigos específicos contra los ateos públicos.

La tradición impía de los satíricos es tan vieja como la civilización. Además de la filosofía natural, en la Grecia clásica la fuente más importante de crítica contra los "sentimientos religiosos" y la teología popular eran la poesía y el teatro. Eurípides o Aristófanes reflejaron en sus obras un ambiente de irreligiosidad que inquietaba a la clase dominante, aunque Sócrates recomendaba "someterse de buen grado a las burlas de los cómicos". Un consejo que los "abogados cristianos" y los nostálgicos de la intolerancia claramente han decidido no seguir.

domingo, 27 de marzo de 2011

Algunos pensamientos de científicos escépticos (y VII)

Diversos estudios demuestran que los científicos, a medida que incrementan sus conocimientos y su excelencia, se apartan de las sendas más trilladas de la fe o directamente se adscriben al ateísmo (o a un deísmo inocuo o a un panespiritualismo incompatible con las religiones tradicionales, como señala el físico Alan Sokal).

Entre los miembros de la Academia Nacional de Ciencias, la creencia en Dios se desploma a un 7 %. Un 72 % no cree en Dios. Y un 21 % es agnóstico.

Lo que sucede es que públicamente resulta controvertido declararse como ateo (en EEUU, sería impensable, por ejemplo, ateísmo y presidencia de la nación). De manera que los científicos que se ganan la vida con su imagen pública no suelen ser demasiado taxativos en sus opiniones. Pero en encuestas privadas, los datos apuntan algo muy distinto.

Decía Thomas Szasz, profesor emérito de psiquiatría en la Universidad de Siracusa en Nueva York, que “Si le hablas a Dios estás rezando; si te responde tienes esquizofrenia“.

Lo cual me lleva, para concluir esta serie de artículos, a uno de mis fragmentos favoritos corresponde a Richard Dawkins, biólogo evolutivo educado en la Universidad de Oxford, que emplea la siguiente analogía con una droga inventada llamada geriniol:

El aceite de Gerin (o Geriniol, por dar su nombre científico) es una potente droga que actúa directamente en el sistema nervioso central produciendo una serie de síntomas característicos, a menudo de naturaleza antisocial o autodestructiva. Si se administra a los niños de manera crónica, el aceite de Gerin puede modificar permanentemente el cerebro produciendo desórdenes en la edad adulta, incluyendo ilusiones peligrosas que han demostrado ser muy difíciles de tratar. Los cuatro aviones condenados del 11 de septiembre eran, en un sentido muy real, viajes de aceite de Gerin: los 19 secuestradores iban muy drogados en aquel momento. Históricamente, la intoxicación por Geriniol ha sido responsable de atrocidades como la caza de brujas de Salem y las masacres de sudamericanos nativos por los conquistadores. El aceite de Gerin alimentó la mayoría de las guerras de la europa medieval y, en tiempos más recientes, la carnicería que asistió a la partición del subcontinente de la India y, en una escala menor, a Irlanda.
La adicción al aceite de Gerin puede llevar a individuos anteriormente sanos a huir de una vida normalmente plena y retraerse en comunidades cerradas de las que quedan exluidos todos los que no son adictos confirmados. Estas comunidades están casi siempre limitadas a un sexo y prohíben vigorosamente, a menudo obsesivamente, la actividad sexual. Efectivamente, la tendencia hacia una angustiosa prohibición sexual emerge como tema recurrente y monótono entre todas las numerosas variedades de la sintomatología del aceite de Gerin. El aceite de Gerin no parece reducir la líbido por sí mismo, pero provoca con frecuencia un deseo lascivo de interferir en, y preferiblemente reducir, el placer sexual de otros. Un ejemplo actual es el horror con el que los consumidores de aceite de Gerin ven la homosexualidad, incluso cuando esta se manifiesta en relaciones amorosas duraderas.
Las dosis fuertes de aceite de Gerin pueden ser alucinógenas. Los drogadictos más extremos pueden llegar a oír voces en su cabeza, o tener visiones que parecen tan reales a los enfermos que a menudo consiguen convencer a otros de su existencia. Un individuo que confiese tener experiencias muy alucinatorias puede llegar a ser venerado, e incluso seguido como un tipo de líder, por otros que se consideran menos afortunados. Esa patología de seguimiento puede prolongarse mucho más allá de la muerte del líder, y expandirse en psicodelias grotescas como la fantasía caníbal de “beber la sangre y comer el cuerpo” del líder. “Las dosis medianas de aceite de Gerin, aunque no son peligrosas en sí mismas, pueden distorsionar la percepción de la realidad. Creencias que no tienen ninguna base quedan inmunizadas contra la evidencia del mundo real por los efectos directos de la droga en el sistema nervioso.”
El aceite de Gerin actúa sinérgicamente con la pérdida de sueño, la automutilación y la inanición. Se sabe que algunos adictos hacen abstinencia de alimentos, se fustigan la espalda o realizan otras “penintencias” como medio para mejorar la potencia de la droga. Las mutilaciones no se limitan a los propios consumidores. Varias subculturas basadas en el aceite de Gerin provocan lesiones rituales a sus propios niños, especialmente cuando son demasiado pequeños para resistirse. Estas mutilaciones involucran con frecuencia a los genitales. Usted puede pensar que una droga tan potencialmente peligrosa y adictiva encabezaría la lista de sustancias prohibidas, y supondría sentencias ejemplares a los que traficasen con ella. Pero no, está disponible fácilmente en cualquier parte del mundo y ni siquiera se necesita receta. Los camellos profesionales son numerosos, y están organizados en cárteles jerárquicos, comercian abiertamente en las esquinas e incluso en edificios construidos a tal efecto. Algunos de estos cárteles son expertos en separar a sus clientes de su dinero. Sus “padrinos” ocupan posiciones influyentes en las altas esferas y reciben la atención de presidentes y primeros ministros. Los gobiernos no solo hacen oídos sordos al comercio, sino que le concenden la exención de impuestos. Peor aún, subvencionan a las escuelas que tienen la intención específica de enganchar a los niños.

Algunos pensamientos de científicos escépticos (VI)

El siempre taxativo Steven Weinberg, premio Nobel de Física, sostiene: “La religión es un insulto para la dignidad humana. Con o sin ella, habría buena gente haciendo cosas buenas, y gente malvada haciendo cosas malas, pero para que la buena gente haga cosas malas hace falta religión.”

James Randi, (que cree que El Mago de Oz “es más creíble y más divertido” que la Biblia) creó en 1996 la Fundación Educativa James Randi (JREF). Esta organización intenta examinar las afirmaciones paranormales en condiciones controladas de experimentación.

Entre 1996 y 2010 ofreció un premio de 1.000.000 de dólares a cualquiera que pudiera demostrar evidencia de cualquier poder o suceso paranormal, supernatural u oculto bajo ciertos criterios de observación. Nadie ha superado las pruebas preliminares.

Randi desafía así las leyes contra la blasfemia en varios estados de EEUU:

Para asegurarme de que mi blasfemia ha sido expresada completamente, por este medio afirmo mi opinión de que la noción de Dios es una superstición básica, que no hay evidencia de la existencia de ningún dios o dioses, que los demonios, diablos, ángeles y santos son mitos, que no hay vida después de la muerte, ni cielo ni infierno, que el Papa es un dinosaurio peligroso, fanático y medieval, y que el Espíritu Santo es un personaje caricaturesco merecedor de risa y de ridículo. Acuso al dios cristiano de asesinato por permitir que ocurriera el Holocausto, por no mencionar la ‘limpieza étnica’ que está siendo llevada a cabo por cristianos en nuestro mundo, y condeno y vilifico a esta deidad mítica por alentar el prejuicio racial y comandar la degradación de la mujer.
Francis Bacon, en su Novum Organum:

Toda superstición es igual ya sea sobre astrología, sueños, presagios, juicio retributivo, o similares, en todos los creyentes engañados observan eventos que se cumplen, pero se niegan a ver sus fallas, aunque sean mucho más comunes.

viernes, 25 de marzo de 2011

Algunos pensamientos de científicos escépticos (V)

La visión mayoritaria dentro de la escuela atea es que la existencia de dios no se puede demostrar ni refutar, y que por consiguiente la postura teísta cae por su propio peso, puesto que sus defensores deben afirmar que saben más de lo que puede saber nadie (no solo sobre la existencia de un creador, sino sobre lo que piensa del sexo, la alimentación, la guerra y otros temas).

Quizás en un exceso de atrevimiento, Victor Stenger plantea el argumento de que ahora ya sabemos lo suficiente para desechar por completo la hipótesis de dios:

Sin embargo, la ciencia sabe mucho más de lo que cree la mayoría de la gente. Por mucho que se hable de “revoluciones científicas” y “cambios de paradigma”, las leyes básicas de la física siguen siendo esencialmente las mismas que en la época de Newton. Se han ampliado y revisado, por supuesto, sobre todo con las aportaciones del siglo XX sobre la relatividad y la mecánica cuántica, pero cualquier conocedor de la física moderna deberá reconocer que algunas bases, especialmente los grandes principios de conservación de la energía y el momento, no han cambiado en cuatrocientos años. Los principios de conservación y las leyes del movimiento de Newton siguen presentes en la relatividad y la mecánica cuántica. La ley de la gravedad de Newton todavía se usa para calcular las órbitas de las naves espaciales.

La conservación de la energía, y otras leyes básicas, rigen hasta en las más remotas galaxias que se han observado, así como en el fondo cósmico de microondas, de lo cual parece deducirse que han sido válidas durante más de treinta mil millones de años. No cabe duda de que sería razonable calificar de milagro cualquier observación de su incumplimiento durante el insignificante período de existencia del ser humano.

(…)

Si Dios existe, seguro que tiene la capacidad de repetir milagros, si así lo desea. Los hechos repetibles, sin embargo, dan más información, que tarde o temprano puede conducir a una descripción natural, mientras que un hecho misterioso y no repetido lo más probable es que siga siendo un misterio. Concedámosle a la hipótesis de Dios todo el beneficio la duda, y dejemos abierta la posibilidad de un origen milagroso para hechos inexplicables y coincidencias improbables, examinando uno por uno cualquier de esos acontecimientos. Si no se observa ninguno, ni siquiera con la definición más holgada de milagro, quedará fuertemente respaldada la hipótesis de que no existe un Dios que provoque hechos milagrosos.

Cualquier ateo o escéptico que se ponga a debatir con un creyente, tardará poco tiempo en descubrir que muchos de ellos, por no decir todos, escogen a la carta de un menú de posibles afirmaciones. Ello tiene su raíz en la “fe en la fe”, y que la gente prefiere reivindicar una fe vaga a ninguna, como sugiere aquí Sigmund Freud:

Los filósofos estiran el significado de las palabras hasta que apenas queda algo de su sentido original; llamando “Dios” a una vaga abstracción creada por y para sí mismos, se hacen pasar por deístas y creyentes ante el mundo; a veces hasta se enorgullecen de haber llegado a una idea más elevada y pura de Dios, a pesar de que su Dios es solo una sombra insustancial, no el poderoso personaje de la doctrina religiosa.

Y por último, un texto con cierta chispa perteneciente a Penn Gillette, que junto al mago James Randi, es capaz de desacreditar a cualquier gurú que levite o doble cucharas, reescenificar cualquier milagro, dejar en evidencia cualquier caso de explotación cruel por parte de curanderos y abochornar a cualquier zahorí, astrólogo, echador de cartas o espiritista:

Yo creo que Dios no existe. Voy más allá del ateísmo. El ateísmo es no creer en Dios. No creer en Dios es fácil; como no se puede demostrar una negación, no hace falta hacer nada. No se puede demostrar que no haya un elefante en un maletero de mi coche. ¿Seguro? ¿Y ahora? Tal vez se escondiera… Mira otra vez. ¿Ya te he dicho que mi definición personal y sentida de la palabra “elefante” abarca el misterio, el orden, la bondad, el amor y las ruedas de recambio?
Total, que cualquier que aprecie la verdad en sí debe empezar sin creer en Dios, y a partir de ahí, buscar pruebas de Dios. Tiene que buscar alguna prueba objetiva de un poder sobrenatural. Toda la gente a la que escribo e-mails demasiado a menudo se ha quedado atascada en esta fase de búsqueda. La parte del ateísmo es fácil.
En cambio, esto del “Yo creo en” parece que exija algo más personal, un salto de fe que ayude a hacerse una idea global de la vida, y a tener reglas a las que ajustarse. Por eso digo: “Este es mi credo: creo que Dios no existe.
Es un paso que, una vez dado, informa todos los momentos de mi vida. Yo no soy codicioso. Tengo amor, cielos azules, arco iris y felicitaciones Hallmarck. Seguro que basta. Seguro, pero es todo lo que hay en el mundo, y a mí todo lo que hay en el mudno me basta y sobra. Parece como de mala educación suplicarle algo más a lo invisible. El amor de la familia que me crió, y el de la familia que estoy criando yo, me bastan para no necesitar un paraíso. A mí me tocó el gordo en la lotería genética, y cada día me trae nuevas alegrías.
Creer que Dios no existe significa que en el fondo la única manera de que me perdonen es siendo bondadosos y desmemoriados. Mejor, porque así tengo ganas de ser más atento. Debo intentar tratar bien a la gente a la primera.

jueves, 24 de marzo de 2011

Algunos pensamientos de científicos escépticos (IV)

Para quienes todavía dudan de cuán diametralmente opuestas son superstición y ciencia, vale la pena leer la siguiente reflexión del profesor de filosofía y director del Centro de Estudios Cognitivos de la Universidad de Tufts, Daniel C. Dennett, autor de libros tan iluminadores como Romper el hechizo:

¿Venero yo la medicina moderna? ¿La ciencia es mi religión? No en lo absoluto; no hay ningún aspecto de la medicina moderna o de la ciencia que estuviera dispuesto a eximir del más riguroso escrutinio, y puedo identificar fácilmente una gran cantidad de problemas serios que todavía necesitan ser resueltos. Eso es fácil de hacer, por supuesto, pues los mundos de la medicina y la ciencia están ya de lleno involucrados en las más obsesivas, intensivas y humildes autoevaluaciones hasta ahora conocidas para las instituciones humanas, y regularmente hacen públicas el resultado de estos autoexamenes. Mas aun, esta incondicional crítica racional, imperfecta como es, es el secreto del sorprendente éxito de estas empresas humanas. Hay mejoras medibles cada día.
Una cosa en particular me sorprendió cuando comparé el mundo médico del cual mi vida ahora dependía con las instituciones religiosas que he estado estudiando tan intensamente en los años recientes. Uno de los temas más dulces y consoladores que se pueden encontrar en cualquier religión (hasta donde yo sé) es la idea de que lo que realmente importa es lo que está en tu corazón: si tienes buenas intenciones, y estas tratando de hacer lo que (Dios dice) es correcto, eso es lo mas que se puede pedir. No es así con la medicina! Si estas mal (especialmente si deberías haber sabido mejor) tus buenas intenciones sirven de casi nada. Y mientras que dar saltos de fe sin mayor escrutinio de las propias opciones es frecuentemente celebrado por las religiones, es considerado un gran pecado por la medicina. Un doctor cuya devota fe en sus revelaciones personales sobre como tratar un aneurismo aórtico lo condujo a hacer pruebas no verificadas en pacientes humanos sería severamente reprendido si no es que expulsado totalmente de la medicina. Hay excepciones, por supuesto. Unos cuantos pioneros aventureros y dispuestos a tomar riesgos son tolerados y (si prueban estar en lo correcto) eventualmente honorados, pero pueden existir solamente como excepciones raras al ideal del investigador metódico que escrupulosamente descarta teorías alternativas antes de poner la suya en practica. La buenas intenciones y la inspiración simplemente no son suficientes.
En otras palabras, mientras que quizas muchas religiones sirvan un proposito benefico al dejar que mucha gente se sienta a gusto con el nivel de moralidad que ellos mismos pueden obtener, ninguna religion sujeta a sus miembros a los altos estandares de responsabilidad moral con los que el mundo secular de la ciencia y la medicina se juzga a si mismo!
El satírico escritor de ciencia ficción Douglas Adams (autor de obras como Guía del autoestopista galáctico) se autoproclamó como ateo radical a fin de diferenciarse claramente de los agnósticos. Sin embargo, Adams no siempre lo había sido. A continuación explica cómo fue su conversión, primero al agnosticismo y finalmente al ateísmo radical:

Y yo pensé y pensé y pensé. Pero eso no bastaba, por lo que realmente no llegaba a ninguna conclusión. Estaba extremadamente dudoso acerca de la idea de Dios, pero no tenía suficientes conocimientos sobre algo que me supusiera un buen modelo de trabajo para explicar la vida, el universo y todo lo que contiene. Pero me mantuve firme y continué leyendo y continué pensando. En algún momento al principio de mi treintena me topé con la biología evolutiva, particularmente en la forma de los libros de Richard Dawkins El gen egoísta y luego El relojero ciego, y de repente (cuando estaba leyendo por segunda vez El gen egoísta) todo encajó en su lugar. Era un concepto de una simplicidad alucinante, pero que daba paso, naturalmente, a toda la infinita y enigmática complejidad de la vida. El asombro que me inspiró me hizo asombrarme de que las personas que hablan con respeto de la experiencia religiosa parecen francamente tontos a su lado. He preferido el asombro del entendimiento frente al asombro de la ignorancia.

Algunos pensamientos de científicos escépticos (III)

¿Quién no conoce a estas alturas a Carl Sagan? ¿Cuántas personas se vieron transformadas intelectualmente por su libro El mundo y sus demonios, donde demostraba que la superstición se alimentaba de temores primitivos, y contribuía a reforzarlos?

Los dioses velan por nosotros y guían nuestros destinos, enseñan muchas culturas humanas; hay otras entidades, más malévolas, responsables de la existencia del mal. Las dos clases de seres, tanto si se consideran naturales como sobrenaturales, reales o imaginarios, sirven a las necesidades humanas. Aun en el caso de que sean totalmente imaginarios, la gente se siente mejor creyendo en ellos. Así, en una época en que las religiones tradicionales se han visto sometidas al fuego abrasador de la ciencia, ¿no es natural envolver a los antiguos dioses y demonios en un atuendo científico y llamarlos extraterrestres?

El brillante filósofo y matemático Bertrand Rusell incluso estuvo en la cárcel por esgrimir tus tenaces ideas sobre la libertad sexual y los riesgos de la guerra y el imperialismo. Su panfleto, Por qué no soy cristiano, se convirtió rápidamente en un clásico del librepensamiento:

He visto grandes naciones, que antes estaban a la cabeza de la civilización, extraviadas por predicadores de tonterías rimbombantes. He visto el aumento a saltos de la crueldad, la persecución y la superstición, hasta que hemos llegado al extremo en que alabar la racionalidad se considera propio de un vejestorio reaccionario superviviente de una época pasada.

Michael Shermer es un escritor e historiador especializado en temas científicos, fundador de la Skeptics Society, y editor de su revista oficial Skeptic, que está principalmente dedicada a investigar temas pseudocientíficos y sobrenaturales.

Lo que sigue es una revisión científica de la historia del Génesis que escribí para dejar de manifiesto lo absurdo que es, en términos lógicos, intentar encajar la pieza cuadrada de la ciencia en el agujero redondo de la religión. No pretende ser sacrilego con la belleza poética del Génesis, sino una mera extensión de lo que ya le han hecho al Génesis los creacionistas con su insistencia en que no se lea como una saga mítica, sino como prosa científica.

Otro escritor de cabeza escéptica es Mark Twain, menos conocido por sus escritos acerca de la religión:

La Biblia del cristianismo es una farmacia. Su contenido es siempre el mismo, pero la práctica médica cambia. Durante mil ochocientos años, tales cambios fueron pequeños, apenas dignos de mención. La práctica fue alopática (alopática en su forma más cruda y descarada). El ignorante y oscuro médico, día y noche, todos los días y todas las noches, atiborraba a su paciente con amplias y odiosas dosis de las drogas más repulsivas que se hallaban en el almacén; le sangraba, le aplicaba ventosas, le purgaba, le daba vomitivos, le desalivaba, jamás concedía al organismo una posibilidad de reanimarse ni a la naturaleza una oportunidad para ayudar. Le mantuvo enfermo de religión durante dieciocho siglos, y en todo este tiempo no le concedió ni un solo día de bienestar. Los productos del almacén se componían aproximadamente de partes iguales de venenos perniciosos y debilitantes y de medicinas confortadoras y curadoras. Pero la práctica del tiempo limitaba al médico al uso de los primeros. En consecuencia, solo podía dañar a su paciente, y esto es lo que hizo.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Algunos pensamientos de científicos escépticos (II)

A mucha gente Albert Einstein le parecía un hombre tan inteligente que, todo lo que salía por su boca, parecía que fuera una verdad revelada. Por eso muchos creyentes siempre buscaron en sus palabras algún rastro de creencia en lo místico o religioso.

Pero Einstein siempre mantuvo que lo milagroso del orden natural era la falta de milagros, y que su funcionamiento se ceñía a unas regularidades asombrosas. Para los que todavía duden de la fe de Einstein, él mismo se dedicó a aclararlo en una carta el 24 de marzo de 1954:

Era mentira, por supuesto, lo que leyó usted sobre mis convicciones religiosas, una mentira que se repite sistemáticamente. Yo no creo en un Dios personal; es algo que no he negado nunca, sino que lo he expresado claramente. Si dentro de mí hay algo que se pueda llamar religioso, es la admiración ilimitada a la estructura del mundo en la medida en que puede revelarla nuestra ciencia.

La Nobel de Literatura de 1921 Anatole France, si bien no es científica de profesión, sin duda tiene una mente científica y escéptica, como pone de manifiesto en su libro El jardín de Epicuro (respetuoso guiño a uno de los fundadores griegos del escepticismo):

Si a un observador de espíritu verdaderamente científico se le llamase para certificar que la pierna cortada de un hombre renació súbitamente en una piscina o fuera de ella, seguramente no diría: “es un milagro”. Diría: “Una observación hasta hoy única induce a creer que en circunstancias todavía indeterminadas los tejidos de una pierna humana tienen la propiedad de renacer, como las pinzas de las langostas, las patas de los cangrejos o el rabo de los lagartos; pero más rápidamente. (…) Procede esta contradicción de nuestra ignorancia, y claramente vemos que se debe rehacer la fisiología de los animales, o mejor dicho, que aún no se ha hecho. Apenas si data de doscientos años la idea de la circulación de la sangre. Apenas hace un siglo que sabemos lo que es la respiración.

El sabiondo y escéptico Henry Louis Mencken, si bien estaba muy tentado por el eugenismo y el darwinismo social, hizo grandes aportaciones contra los fundamentalistas bíblicos y otros fanáticos cuyo empeño era prohibir el alcohol y la enseñanza del evolucionismo:

Pero ¿en qué lugar del mundo hay un hombre que venere hoy a Júpiter? ¿Y qué decir de Huitzilopochtli? En un solo año (y esto sucedió hace apenas cinco siglos) sacrificaron en su honor a cincuenta mil jóvenes y doncellas. Hoy nadie lo recuerda, excepto quizá algún salvaje errabundo perdido en la inmensidad de los bosques mexicanos. Huitzilopochtli, al igual que muchos otros dioses, no tenía un padre humano: su madre era una viuda virtuosa y lo engendró tras un coqueteo aparentemente inocente que mantuvo con el Sol. (…) Damona, y Esus, y Drunemeton y Silvina, y Gannos, y Mogons. Todos ellos dioses poderosos de su época, venerados por millones, llenos de exigencias e imposiciones, capaces de atar y desatar, todos ellos dioses de primera categoría. Los hombres trabajaban durante generaciones para construirles templos gigantescos, templos con piedras grandes como carreteras. El negocio de interpretar sus caprichos ocupaba a miles de sacerdotes, obispos y arzobispos. Dudar de ellos equivalía a morir, generalmente en la pira.

Algunos pensamientos de científicos escépticos (I)

No importa si tienes fe en los milagros o en otros fenómenos sobrenaturales, no importa que rindas culto a Jesús, a Baal o a Zeus. No importa si eres racionalista, ateo, creyente o agnóstico. Tampoco importa que tengas fe en Santa Claus. Los siguientes pensamientos merecen ser leídos aunque sólo sea porque fueron prohibidos durante siglos de oscurantismo.

Son pensamientos acerca de cómo la ciencia erosiona el concepto de fe en lo sobrenatural; y como la única manera de avanzar científicamente es mediante un pensamiento fundamentalmente escéptico. No dudo que algunos de estos pensamientos podrán ofender las ideas de determinadas personas. Pero quizá va siendo hora de que no nos ofendamos por las ideas, porque entonces todo el mundo podría ofenderse por las ideas de los otros y… nunca se podrían publicar ideas nuevas o diferentes. De ningún tipo.

En el caso de las creencias religiosas, místicas o psedocientíficas, con más razón, pues como ya dijoChristopher Hitchens: “Lo que puede ser afirmado sin pruebas, también puede ser descartado sin pruebas.”

En cualquier caso, si hay algún hipersensible en la sala, que no siga leyendo y asunto resuelto. El resto, adelante. En cualquier caso, como espero que el hipersensible se quede y acabe diciendo que este artículo no es de ciencia, lo aclaro por anticipado: este artículo habla sobre filosofía de la ciencia; la ciencia es epistemológicamente la antítesis de la religión y cualquier otra superstición o pseudociencia; también se habla sobre la biografía de diversos científicos; se habla de biología, astronomía, paleontología y demás disciplinas; en definitiva, este artículo sí que cabe en un blog de ciencia. Y holgadamente.

Hechas estas aclaraciones preliminares, empecemos con el padre de la biología moderna, Charles Darwin, que fue progresivamente abandonando sus ideas religiosas a medida que aprendía sobre la evolución por selección natural, como explica en este pasaje de su Autobiografía:

Reflexionando sobre la necesidad de disponer de evidencias claras como requisito para que cualquier hombre en su sano juicio creyera en los milagros sobre los que está sustentado el cristianismo; y en que cuanto más sabemos acerca de las leyes de la naturaleza más increíbles resultan los milagros; en que los hombres de aquellos tiempos eran ignorantes y crédulos en unos niveles que hoy en día son resultan incomprensibles; en que es imposible demostrar que los Evangelios fueran escritos al mismo tiempo que los acontecimientos que describen; en que difieren en muchos detalles importantes, demasiado importantes a mi entender, como para que dichos detalles sean admitidos como las imprecisiones habituales de los testigos presenciales; a través de reflexiones de este estilo, que enumero no por ser de novedad o tener algún valor, sino porque a mí me influyeron, llegué gradualmente a descreer del cristianismo como revelación divina. Y tuve también en cuenta el hecho de que muchas religiones falsas se hayan extendido como un fango incontrolado sobre grandes regiones de la Tierra.

El filósofo Christopher Hitchens lo tiene claro: hoy en día disponemos de explicaciones mejores y más sencillas del origen de las especies y del universo (más sencillas porque son más coherentes y disponen de más evidencia, porque en realidad son infinitamente más complejas que las religiosas.) Por ejemplo:

Teniendo en cuenta que como mínimo el 98 por ciento de las especies de este planeta diminuto solo dieron unos cuantos pasos vacilantes antes de sucumbir a la extinción, ¿cómo se justifica el postulado de que toda esta desaparición masiva, salpicada de vez en cuando por grandes explosiones vitales (como la del Cámbrico), también tenía como única finalidad nuestra presencia?

Vía | Dios no existe de Christopher Hitchens

jueves, 17 de marzo de 2011

Nace el primer bebé español libre de un gen que predispone a sufrir un tipo de cáncer de mam

España y Reino Unido son los únicos países en los que se permite la selección de embriones para evitar el cáncer

Especialistas del Hospital de Sant Pau y de la Fundación Puigvert de Barcelona lograron en enero pasado el nacimiento de un bebé libre del gen BRCA1, que predispone a padecer un tipo de cáncer de mama hereditario. Esto fue posible gracias a la técnica del diagnóstico preimplantacional, la selección de aquellos embriones sin anomalías cromosómicas y mutaciones genéticas para asegurar una descendencia sana. El BRCA1 es responsable del 10% de los cánceres de mama. El niño, que ya tiene tres meses y está sano, ha sido presentado hoy en la Fundación Puigvert.

Se trata del primer procedimiento que la Comisión Nacional de Reproducción Humana ha autorizado con esta indicación en todo el Estado; hasta ahora solo se conocía un caso de nacimiento en todo el mundo, según ha informado el departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña.

La novedad radica en que ya no se trata de permitir la selección de embriones para evitar que se tenga un gen que va a causar, con un 100% de seguridad, una enfermedad, como se ha hecho hasta ahora. Se trata de evitar una probabilidad, que, en estos casos, es muy alta, de aproximadamente el 80%.

La madre del bebé, que recibió la autorización para someterse a este tratamiento en abril de 2009, presenta antecedentes familiares de cáncer de mama y ovario de aparición precoz y alta mortalidad. Además, se comprobó en su día la presencia en su genoma del gen BRCA1, por lo que la Comisión Nacional consideró que el caso cumplía los requisitos que marca la ley. La Ley de Reproducción Humana Asistida de 2006 establece que la técnica del diagnóstico preimplantacional se podrá usar para la "detección de enfermedades hereditarias graves, de aparición precoz y no susceptibles de tratamiento curativo posnatal con arreglo a los conocimientos científicos actuales". El caso del bebé de Barcelona convierte a España en el segundo país del mundo, tras Reino Unido, donde se puede evitar un tumor mediante selección genética. Hasta ahora el diagnóstico genético preimplantacional solo se había permitido para enfermedades monogenéticas (causadas por un solo gen) e incurables. O para engendrar a un niño que sea compatible con un hermano enfermo de manera que su sangre o su médula se puedan emplear para curarlo.

"En ciencia los milagros no existen, es simplemente una consecuencia de la progresión en las mejorías, por un lado, de los programas de reproducción asistida y, por el otro, en la detección molecular de las alteraciones genéticas que pueden llevar de alguna manera al cáncer", ha dicho esta mañana a la Cadena SER el director del Programa de Reproducción Asistida de la Fundación Puigvert, Joaquín Calaf. El especialista ha manifestado que se trata de un paso importante, pues la técnica podrá aplicarse en el futuro para otras enfermedades. "Está en vía de realizarse con otros genes que tienen ese carácter familiar y hereditario", ha señalado.

viernes, 11 de marzo de 2011

La salmonella, una nueva arma contra el cáncer

Un tipo de bacteria que causa un gran número de intoxicaciones por alimento contaminado, la salmonella, está ahora siendo utilizada como una herramienta para combatir varios tipos de cáncer.

Salmonella

La bacteria encuentra su camino hasta el intestino y los tejidos asociados.

Los científicos de la Universidad de Minnesota, Estados Unidos, creen que este patógeno podría ser muy útil como tratamiento de tumores en órganos que rodean al intestino, como el colon y el recto, el hígado y el bazo, que son los lugares que ataca de forma natural la salmonella.

Tal como informan los investigadores, los ensayos en animales ya demostraron que la salmonella puede controlar de forma exitosa el crecimiento de los tumores.

Y ya se están llevando a cabo ensayos clínicos en seres humanos.

Según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), unas 40.000 personas se intoxican cada año en ese país debido a alimentos contaminados con salmonella.

Y la cifra podría ser de hasta un millón, porque muchos casos nunca son reportados, dice el organismo.

Pero ahora el microbio está siendo utilizado con fines más beneficiosos.

"Muchas bacterias y virus -incluso los más peligrosos- pueden ser empleados para combatir enfermedades", explica el doctor Edward Greeno, quien dirigió el estudio.

"Creemos que podría ser posible usar a esta bacteria para combatir el cáncer".

Microbio "versátil"

Desde hace tiempo, los estudios han demostrado que algunos pacientes con cáncer en ocasiones mejoran después de quedar expuestos a una infección.

Y se sabe también que la salmonella, igual que otras bacterias que causan enfermedades, puede vivir en lugares donde escasea el oxígeno, incluso dentro de un tumor, y en muchos ambientes y temperaturas diversas.

Es un área prometedora de estudio y esperamos que sea una herramienta poderosa en nuestra batalla contra el cáncer. También tiene el potencial de ser una alternativa mucho más barata y menos tóxica que la quimioterapia o la radiación

Dr. Edward Greeno

Pero su objetivo principal, una vez que entra al organismo humano, es llegar hasta el estómago, intestino y otros órganos asociados, donde puede prosperar y multiplicarse.

Por eso, el doctor Greeno y su equipo querían encontrar una forma de utilizar esta capacidad de la bacteria para llegar al intestino, pero sin provocar una infección en el paciente.

Con esta meta, modificaron genéticamente un grupo de bacterias para debilitarlas (y que no causaran infección) y agregaron un compuesto, una proteína llamada interleucina 2 (IL-2), para que pudiesen detectar los tumores.

"Podríamos imaginar que la IL-2 es una especie de perro guardián que olfatea el organismo buscando amenazas o cuerpos extraños", explica el doctor Greeno.

"Cuando encuentra uno, como un tumor, llama al sistema inmune para que ataque".

Método perfecto

De esta forma, agregan los investigadores, la IL-2 puede llegar hasta los tumores, identificar a las células cancerosas y provocar la respuesta del sistema inmune.

"Como la salmonella puede naturalmente llegar hasta el intestino y sus tejidos asociados, y es capaz de prosperar dentro de las células tumorales, esta bacteria es un método perfecto para hacer llegar un 'paquete' de IL-2 hasta el cáncer", añade.

Célula cancerosa de colon

El tratamiento está ahora siendo probado en seres humanos.

El tratamiento consiste en una doble estrategia: la alerta de la IL-2 para que el sistema inmune ataque y la propia salmonella liberando sus toxinas en el tumor, explican los científicos.

La terapia es una combinación de la bacteria y IL-2 mezcladas con un poco de agua.

Tal como informan los investigadores, los ensayos con animales mostraron que la bacteria logró atacar con éxito las células cancerosas y controlar el crecimiento del tumor.

Y actualmente se están llevando a cabo ensayos en seres humanos, cuyos resultados iniciales -dicen- son prometedores.

"Probablemente esta estrategia no reemplace a otras formas de tratar el cáncer, como la quimioterapia o la radiación", afirma el doctor Greeno.

"Pero es un área prometedora de estudio y esperamos que sea una herramienta poderosa en nuestra batalla contra el cáncer".

"También tiene el potencial de ser una alternativa mucho más barata y menos tóxica que la quimioterapia o la radiación", añade el científico.

La investigación está siendo financiada por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.