domingo, 27 de marzo de 2011

Algunos pensamientos de científicos escépticos (y VII)

Diversos estudios demuestran que los científicos, a medida que incrementan sus conocimientos y su excelencia, se apartan de las sendas más trilladas de la fe o directamente se adscriben al ateísmo (o a un deísmo inocuo o a un panespiritualismo incompatible con las religiones tradicionales, como señala el físico Alan Sokal).

Entre los miembros de la Academia Nacional de Ciencias, la creencia en Dios se desploma a un 7 %. Un 72 % no cree en Dios. Y un 21 % es agnóstico.

Lo que sucede es que públicamente resulta controvertido declararse como ateo (en EEUU, sería impensable, por ejemplo, ateísmo y presidencia de la nación). De manera que los científicos que se ganan la vida con su imagen pública no suelen ser demasiado taxativos en sus opiniones. Pero en encuestas privadas, los datos apuntan algo muy distinto.

Decía Thomas Szasz, profesor emérito de psiquiatría en la Universidad de Siracusa en Nueva York, que “Si le hablas a Dios estás rezando; si te responde tienes esquizofrenia“.

Lo cual me lleva, para concluir esta serie de artículos, a uno de mis fragmentos favoritos corresponde a Richard Dawkins, biólogo evolutivo educado en la Universidad de Oxford, que emplea la siguiente analogía con una droga inventada llamada geriniol:

El aceite de Gerin (o Geriniol, por dar su nombre científico) es una potente droga que actúa directamente en el sistema nervioso central produciendo una serie de síntomas característicos, a menudo de naturaleza antisocial o autodestructiva. Si se administra a los niños de manera crónica, el aceite de Gerin puede modificar permanentemente el cerebro produciendo desórdenes en la edad adulta, incluyendo ilusiones peligrosas que han demostrado ser muy difíciles de tratar. Los cuatro aviones condenados del 11 de septiembre eran, en un sentido muy real, viajes de aceite de Gerin: los 19 secuestradores iban muy drogados en aquel momento. Históricamente, la intoxicación por Geriniol ha sido responsable de atrocidades como la caza de brujas de Salem y las masacres de sudamericanos nativos por los conquistadores. El aceite de Gerin alimentó la mayoría de las guerras de la europa medieval y, en tiempos más recientes, la carnicería que asistió a la partición del subcontinente de la India y, en una escala menor, a Irlanda.
La adicción al aceite de Gerin puede llevar a individuos anteriormente sanos a huir de una vida normalmente plena y retraerse en comunidades cerradas de las que quedan exluidos todos los que no son adictos confirmados. Estas comunidades están casi siempre limitadas a un sexo y prohíben vigorosamente, a menudo obsesivamente, la actividad sexual. Efectivamente, la tendencia hacia una angustiosa prohibición sexual emerge como tema recurrente y monótono entre todas las numerosas variedades de la sintomatología del aceite de Gerin. El aceite de Gerin no parece reducir la líbido por sí mismo, pero provoca con frecuencia un deseo lascivo de interferir en, y preferiblemente reducir, el placer sexual de otros. Un ejemplo actual es el horror con el que los consumidores de aceite de Gerin ven la homosexualidad, incluso cuando esta se manifiesta en relaciones amorosas duraderas.
Las dosis fuertes de aceite de Gerin pueden ser alucinógenas. Los drogadictos más extremos pueden llegar a oír voces en su cabeza, o tener visiones que parecen tan reales a los enfermos que a menudo consiguen convencer a otros de su existencia. Un individuo que confiese tener experiencias muy alucinatorias puede llegar a ser venerado, e incluso seguido como un tipo de líder, por otros que se consideran menos afortunados. Esa patología de seguimiento puede prolongarse mucho más allá de la muerte del líder, y expandirse en psicodelias grotescas como la fantasía caníbal de “beber la sangre y comer el cuerpo” del líder. “Las dosis medianas de aceite de Gerin, aunque no son peligrosas en sí mismas, pueden distorsionar la percepción de la realidad. Creencias que no tienen ninguna base quedan inmunizadas contra la evidencia del mundo real por los efectos directos de la droga en el sistema nervioso.”
El aceite de Gerin actúa sinérgicamente con la pérdida de sueño, la automutilación y la inanición. Se sabe que algunos adictos hacen abstinencia de alimentos, se fustigan la espalda o realizan otras “penintencias” como medio para mejorar la potencia de la droga. Las mutilaciones no se limitan a los propios consumidores. Varias subculturas basadas en el aceite de Gerin provocan lesiones rituales a sus propios niños, especialmente cuando son demasiado pequeños para resistirse. Estas mutilaciones involucran con frecuencia a los genitales. Usted puede pensar que una droga tan potencialmente peligrosa y adictiva encabezaría la lista de sustancias prohibidas, y supondría sentencias ejemplares a los que traficasen con ella. Pero no, está disponible fácilmente en cualquier parte del mundo y ni siquiera se necesita receta. Los camellos profesionales son numerosos, y están organizados en cárteles jerárquicos, comercian abiertamente en las esquinas e incluso en edificios construidos a tal efecto. Algunos de estos cárteles son expertos en separar a sus clientes de su dinero. Sus “padrinos” ocupan posiciones influyentes en las altas esferas y reciben la atención de presidentes y primeros ministros. Los gobiernos no solo hacen oídos sordos al comercio, sino que le concenden la exención de impuestos. Peor aún, subvencionan a las escuelas que tienen la intención específica de enganchar a los niños.

Algunos pensamientos de científicos escépticos (VI)

El siempre taxativo Steven Weinberg, premio Nobel de Física, sostiene: “La religión es un insulto para la dignidad humana. Con o sin ella, habría buena gente haciendo cosas buenas, y gente malvada haciendo cosas malas, pero para que la buena gente haga cosas malas hace falta religión.”

James Randi, (que cree que El Mago de Oz “es más creíble y más divertido” que la Biblia) creó en 1996 la Fundación Educativa James Randi (JREF). Esta organización intenta examinar las afirmaciones paranormales en condiciones controladas de experimentación.

Entre 1996 y 2010 ofreció un premio de 1.000.000 de dólares a cualquiera que pudiera demostrar evidencia de cualquier poder o suceso paranormal, supernatural u oculto bajo ciertos criterios de observación. Nadie ha superado las pruebas preliminares.

Randi desafía así las leyes contra la blasfemia en varios estados de EEUU:

Para asegurarme de que mi blasfemia ha sido expresada completamente, por este medio afirmo mi opinión de que la noción de Dios es una superstición básica, que no hay evidencia de la existencia de ningún dios o dioses, que los demonios, diablos, ángeles y santos son mitos, que no hay vida después de la muerte, ni cielo ni infierno, que el Papa es un dinosaurio peligroso, fanático y medieval, y que el Espíritu Santo es un personaje caricaturesco merecedor de risa y de ridículo. Acuso al dios cristiano de asesinato por permitir que ocurriera el Holocausto, por no mencionar la ‘limpieza étnica’ que está siendo llevada a cabo por cristianos en nuestro mundo, y condeno y vilifico a esta deidad mítica por alentar el prejuicio racial y comandar la degradación de la mujer.
Francis Bacon, en su Novum Organum:

Toda superstición es igual ya sea sobre astrología, sueños, presagios, juicio retributivo, o similares, en todos los creyentes engañados observan eventos que se cumplen, pero se niegan a ver sus fallas, aunque sean mucho más comunes.